Negocios tradicionales, Empresas de Base Tecnológica y Startups

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Opinión

Desde mi punto de vista y mi experiencia, emprender es la alternativa evidente al trabajo por cuenta ajena, como una opción más de empleo. Quizá sea verdad que en España, frente a los demás países de nuestro entorno europeo, y no digamos ya comparándonos con Estados Unidos, nos falta o nos faltaba espíritu emprendedor. Esto no tiene por qué significar que no tengamos iniciativa, ideas, capacidad de organización o dotes para la coordinación de recursos de todo tipo -nótese una cita velada a un perfil que siempre se ha valorado en todas las empresas punteras y que ahora tiene una denominación más sofisticada: el intraemprendedor-. A mi parecer, puede que esté más relacionado con nuestra predisposición a asumir riesgos, nuestra mayor o menor tendencia a asumir un elevado grado de responsabilidad hasta las últimas consecuencias o la gran probabilidad de equivocarnos constantemente, debido al gran número de decisiones que hay que tomar casi a diario.

Al hilo de todo este apogeo, me atrevo a lanzar varias preguntas: ¿Qué ocurre con los negocios tradicionales? ¿Ya no vamos a necesitar reparación de calzado? ¿Desaparecerán todas las ferreterías -las pocas que queden en manos de pequeñas empresas, de barrio- de sus despachos físicos? ¿Nunca más vamos a necesitar probarnos la ropa en una boutique y que un dependiente profesional nos diga lo bien o mal que nos queda?

Todos sabemos que lo más cercano, lo que podemos ver a pie de calle y el día a día del tejido empresarial español, son los negocios de hostelería, comercio minorista, inmobiliarias, asesorías y todas aquellas tiendas que se os vengan a la mente. Me explico, es cierto que el comercio electrónico está teniendo un crecimiento imparable, con clientes que cada vez más compran de manera casi compulsiva e impulsiva, fácilmente y con medios de pago cada vez más variados y seguros. Pero también es cierto que esta modalidad no deja de ser más que un canal de venta, cuya innovación reside en la logística, la preparación de los pedidos, los tiempos de entrega, la gestión de los procesos de manera cada vez más eficientes, etcétera. Eso sí, no perdamos de vista el producto o servicio que hay detrás, adaptado a los tiempos y las circunstancias, por supuesto, pero que seguirán siendo artículos cotidianos como textiles, libros -en papel o e-book-, música -CD, descargas MP3 o streaming vía suscripción-, reservas de viajes y hostelería, telecomunicaciones y una larga lista.

En España, “la realidad nos dice que 1 de cada 4 pymes vende ya sus productos online y el año pasado las ventas de pequeñas empresas a través del canal electrónico aumentaron más que el de las tiendas que solo cuentan con un espacio físico”, -según el informe “Las pymes españolas en el ámbito online”, realizado por la plataforma global de comercio electrónico Ebay-.

En el presente y futuro por llegar, es y será básico contar con la tecnología, las soluciones de software, las ayudas técnicas al fin y al cabo, en negocios o actividades que siempre han existido -tenéis todos los ejemplos que se os puedan ocurrir en ed-tech, legal-tech, fin-tech, social-tech…-, para lograr una adaptación a los tiempos que corren y no perder ni un ápice de competitividad. Todas estas actividades o sectores profesionales, centrados de pleno en el cliente o usuario, llevan nutriéndose ya unos años del machine learning, las famosas inteligencias artificiales, las redes neuronales, el Big Data y muchas más herramientas -no pretendo aquí hacer ninguna enumeración extensiva- para mejorar y hacer más eficaces y eficientes los servicios a prestar y, apoyándose de lleno en la transformación digital. Todo ello a una velocidad nunca antes vista, para no quedarse atrás frente a la competencia.

En otro día a día paralelo, vemos cómo surgen y crecen soluciones novedosas que dan alternativas a problemas actuales, nuevos modelos de negocio que descubren formas de cubrir necesidades que hasta ahora no existían. Eso sí, aunque lo parezcan, no son el grueso del tejido emprendedor, ni mucho menos. Estoy hablando de las Startups y dentro de ellas, de los bien llamados unicornios -empresas de nueva generación al fin y al cabo que, utilizando tecnologías disruptivas han alcanzado valoraciones por encima de los 1.000 millones de dólares-, que están sirviendo de espejo para los jóvenes, muchas veces aún estudiantes, que tantean la posibilidad de “inventar” el próximo CARTO, WALLAPOP, UBER o AIRBNB, por poner algunos ejemplos que me vienen a la mente. Quizá este efecto esté lanzando reflejos equivocados, una suerte de espejismos a todos estos potenciales empresarios, haciéndoles ver que cualquiera de nosotros puede embarcarse en la búsqueda del “pelotazo”, lanzarse a rondas de financiación en las que los números son exorbitantes, generar demanda de un producto o servicio que muchas veces el grueso de los clientes potenciales todavía no reconoce o incluso pensar que un golpe de suerte -normalmente acompañada de mucho esfuerzo y trabajo, eso sí- puede beneficiarles y fácilmente solucionarles el presente y el futuro.

La realidad suele ser otra, estadísticamente hablando. El grueso del tejido de emprendedores en España (no digo sólo los nuevos, sino todos aquellos que gestionan su propia actividad económica) se enfrenta en su día a día a la burocracia, las cargas fiscales, la elaboración de declaraciones de impuestos, las relaciones con gestores y asesores, la rigidez de los sistemas de cotización a la Seguridad Social y del mercado de trabajo, los miles de trámites con proveedores de todo tipo, la búsqueda de la viabilidad económica a través de la financiación con clientes, los ladrones del tiempo y una larga lista de ocupaciones y preocupaciones. En numerosas ocasiones estas personas no se consideran ni emprendedores, ni empresarios, aún siéndolos. Se autodenominan “simples” profesionales o incluso autónomos a secas, en una actividad que ejercen unas veces por tradición o herencia, otras por vocación, otras por dominio de la materia y otras (muchas más de las deseables) por necesidad. Estas “reglas del juego” emprendedor, que trataré en posteriores entregas del blog, son el día a día de lo que yo llamo el emprendedor tradicional, y considero que están bastante lejos de los ejemplos mediáticos de figuras ligadas a Startups o EBT’S.

Por todo lo citado anteriormente, y para concluir, me gustaría que todas aquellas instituciones y empresas citadas en mi anterior artículo, cuyos recursos son fundamentales para la promoción y pervivencia de muchos de estos profesionales y negocios, así como los medios de comunicación y público en general, no metan a todos estos perfiles en un mismo saco, ya que sus recursos, necesidades, problemas y día a día son muy diferentes y por tanto, sus soluciones, formación y apoyos deben ser distintos y adaptados.

David Franco Mateos. Socio Responsable del Área de Empresas de TEGÕ.

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Imágenes:

Principal.- https://pixabay.com/es/inicio-muro-pintor-pintor-de-casa-2850272/

Cuerpo.- https://pixabay.com/es/acuerdo-atractivo-hermosa-bloom-2264812/

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